Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.


domingo, 8 de julio de 2007

Berlín - La Torre de la Televisión (Berliner Fernsehturm)

Hoy por fin podemos subir a la torre de la televisión, por la que hemos pasado un montón de veces y unas estaba cerrada, otras había una cola impresionante para entrar y otras estaba tan nublado que no valía la pena subir. Así que estamos allí nada más abrir, y aunque ya hay cola, es ligera y fluida. 8,5 € por cabeza, pero vale la pena, ya veréis. Nos llama la atención que no hay ningún tipo de seguridad, al contrario que en la mayor parte de Berlín, que hay mucha. Subimos en un ascensor rápido, lleno y oliendo a humanidad. El pobre ascensorista resignado parece un resto de la Alemania comunista. ¡Pobre hombre, allí todo el día! Estará para controlar al personal, pero ¡Qué rollo de curro!

La Karl Marx Allee desde la torre. Foto propia.

Aquí os pongo este enlace para que os hagáis una idea del tema, y podáis elegir fuente:
Para buscar en Google (castellano, claro)

La torre, en Wikipedia.

Vale la pena subir, desde luego. La vista es extraordinaria, y podemos reconocer las cosas que hemos visto de Berlín y todas las que nos faltan por ver… Pasada de ciudad, realmente. 

En la primera foto vemos la Karl Marx Allee, que es donde el gobierno comunista hacía los desfiles. Impresionantes dimensiones, y más desde abajo.

Río Spree. Foto propia

Este es el Spree, con sus barquitos que pasean turistas como nosotros (y con más dinero, esos cenan a bordo en plan fino). Holzmarkt es la calle gorda junto al rio, y el primer puente es el Jannowitzbrücke, como habréis podido identificar rápidamente...


Desde 204 metros de altura vemos aquí la fuente de Neptuno, la Spandaur Str y el Marx-Engels forum, que debe ser de lo poco que queda de Marx por aquí...


El auténtico "Unter der Linden" con la Puerta de Brandemburgo, y las grúas, símbolo de Berlín, al parecer... (Foto propia)


La "Isla de los museos", el Spree, los barquitos y el ferrocarril suburbano, que está por todas partes y arma un buen ruido cuando pasa, conste... Pero funciona de categoría.


Este es la Plaza de Rosa Luxemburgo, con su "Teatro popular", uno de tantos barrios de ambiente marchoso (en sentido berlinés, claro) (todas las fotos que os estoy mostrando son propias, excepto la de la torre, que es de wikipedia)


Y esto no es publicidad, pero lo parece. Detrás del monstruoso Park-Inn está nuestro hotelito Ibis, rodeado de árboles. Pero no creáis: Los de primer plano son un antiguo cementerio. Precioso, oiga: De los de película de miedo. Aquí están integrados en la ciudad, y los muertos no molestan nada para dormir.

Nos habían recomendado el Park-Inn para alojarnos, pero afortunadamente estaba completo. Y digo afortunadamente porque recuperamos nuestra costumbre de ir a los Ibis que, entonces, tenían muy buena relación calidad-precio. (Nunca nos han fallado). Y digo afortunadamente porque visitando el Park-Inn resultó una monstruosidad en la que desembarcaban autobuses repletos de grupos de turistas escandalosos. Y nosotros viajamos de otra forma, en pareja y a nuestro aire.

Creo que con esto ya os podéis hacer una idea, aparte de que en Inernet tenéis toda la información posible sobre Berlin.

Para despedirnos os incluyo unos videos, y como siempre el enlace, porque en algunos móviles tendréis que recurrir a él para verlo. O bien ponéis el blog en formato web, a partir de la opción que tenéis al final de la página.

Este es muy poco serio, pero nos cuenta de modo ameno la historia de la torre:

La Torre de Televisión de Berlín - Historia desde Alemania - Historia Bully Magnets

Aquó podéis ver el ambiente dentro de la torre y unas pocas vistas.

Berliner Fernsehturm - Berlín

Espero que os haya gustado y, aunque vaya pasando el tiempo, os resulte util para planear un viaje a Berlín, ciudad que sin duda hay que conocer, aunque sea un poquito (está claro que es inabarcable)

Tenéis más entradas sobre este tema en el submapa (submenú) dedicado:

EBDA - Viajes - Berlín

Y, desde luego, el  Mapa general del blogdonde podéis entrar el resto de entradas y submapas que voy añadiendo. Tenéis también a vuestra disposición el grupo de Fecebook Mirar Lejos, cuya temática es paisajes, viajes, etc.

Muchas gracias por vuestra atención y espero veros en otra entrada de este blog. 

lunes, 2 de julio de 2007

Berlín - Museo egipcio y pateo por la antigua zona socialista (parte, claro)

Hoy toca el “Museo Egipcio”, hay que ver a Nefertiti. Amenaza lluvia, día encapotado. Vamos, claro, paseando. Pasamos por la catedral (DOM) a ver si podemos verla, pero la pillamos cerrada por un bodorrio. Los alemanes hacen todo muy bien, incluso ser horteras. ¡Que boda!: La novia de rosa, el novio ¡De rosa y blanco, con una gigantesca flor rosa en la solapa! Como en todas partes, fotos por el jardín que hay a las puertas de la Catedral, entre grupos de turistas y colegios haciendo el ídem. Huimos de tanto pastel. La globalización incluye la horterada, se vé.

Entramos en la ”Alte Nacional Galerie” y empezamos a ver piezas estupendas, entre las que se encuentra al final , cual “Mona Lisa” estrella, el busto de Nefertiti. Casi tan distraido como la exposición son los grupos de turistas, muchos de ellos sudamericanos, y las explicaciones de los guías. Alguna hay que se esfuerza en ser históricamente precisa. Otros (uno especialmente con cuyo grupo voy coincidiendo por las salas) es un modelo de historia inexacta para contar a gente que le importa un rábano. El personal está por las fotos, y con Nefertiti pasa como con la Mona Lisa en el Louvre, que todo el mundo va corriendo por las salas para hacerse la foto de rigor. Mucho calor también y destructivo para mi rodilla tanto plantón, así que tengo que ir sentándome. Ya sé el truco: Me siento al principio de cada sala, oigo el rollo patatero de la audio-guía (algo aporta, hay que reconocerlo) y luego analizo las piezas. Porque si tengo que estar de pie durante el discurso, fenezco.

Termino la exposición egipcia ya sin distinguir las estatuillas del periodo medio con las del Alto, e incluso pierdo algún detalle de la vida privada de alguna reina. Abajo queda la exposición griega. Cuando entro y veo los miles de ánforas que hay para encontrar las diferencias entre sus pinturas, decido abreviar la exposición y salir a sentarme al fresco mientras Alicia, mucho más seria en estas cosas y con la rodilla en mejor estado (y todo lo demás también), disfruta de tanta cultura. Sigue la boda (u otra) evolucionando en los jardines frente a la Catedral, y pienso que debe costar un pastón casarse aquí, aunque a lo mejor pasa como con las cenas, que es más barato que en Valencia….

Es hora de comer. Hay un mercadito en la plaza y conseguimos sentarnos en la terraza del Beleg, de lo más típico, bajo una gran sombrilla. Estoy convencido de que va a caer un chaparrón, pero aguanta educadamente hasta que acabamos de comer. Curioso: Cuando llueve en las terrazas, aquellos que están al descubierto abren los paraguas y siguen comiendo tan tranquilos. ¡Lo que hace la costumbre! Más comida típica berlinesa (Würste Salat, Schnitzel, etc. ¡Y mucha Berliner Pils, cerveza guay para los amigos). 26,30 €, en la terraza, bien comidos y bien servidos. Está bien, eh?
Decidimos pasear. Alicia quiere ver la Anhalter Banhof por cuestiones arquitectónicas (vicios profesionales), así que vamos paseando por la Gendarmen Markt, para verla de día. Entramos en la “Catedral alemana”. Una exposición más. Seguimos por la Kochstrasse hasta la Banhoff, de la que queda parte de la fachada. Colegios allí también. Llueve, y cogemos para volver el autobús (si, si, palabra) hasta Alexanderplatz, donde nos sentamos un rato a ver la evolución de la gente. Muy interesante el personal que está por aquí, hoy Sábado. De nuevo, andando hasta la Kart Marx Allée.

Hay que verla. Es una avenida inmensa por la que la Alemania Democrática (O sea, Alemania Oriental) hacía los desfiles militares. Arquitectura socialista, simétrica y grandilocuente. La pateamos hasta Strausberg Platz (Unos 625 kms) y decidimos volver por Lichtenberger Str para pasear por la otra orilla del Spree (Otros 1300 kms, aprox). Típicos barrios socialistas, interesante de ver. Gran pateo, es muy grande esto. Acabamos en la Markischer Platz, sentados en un banco frente al Spree cuya orilla recorremos. hasta Nikolai Viertel otra vez. Cenamos en la pizzería Solino, en el interior, pues hace realmente frío y llueve, y no apetecen las terrazas. Una sopita de cebolla y una ensalada (¡palabra!) consuelan mi estómago de sabores alemanes. Y cerveza, claro, no vamos a traicionar tanto a los anfitriones. Obviamente, seguiremos “paseando” hasta el hotel.

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domingo, 1 de julio de 2007

Berlín - Galería Nacional, Museo de Ciencias Naturales, Sinagoga y más.

Hoy más de lo mismo: Museos y pateos.

Primero pasamos por Europcar para reservar un coche alquilado a partir del Lunes, cosa que después se reveló como muy buena previsión dada la demanda. Son geniales estos alemanes: Amables, eficientes y baratos. En otros países he alquilado a Hertz y Visa, peros son sensiblemente más caros, y eso de que Hertz hace descuento a los socios del RACE se lo creerán en Madrid, porque en el resto del mundo mundial, pedorreta. Te hacen descuento sobre el precio de tarifa, y al final te sale más caro que si no dices nada…

Tengo que comprarme un bastón (alemán, por supuesto) porque mi rodilla y mi pie lesionados aguantan andar, pero no los parones en los museos. Sabia medida, como más adelante agradeceré. Los míos los dejé en Valencia por aquello de las normas de seguridad en los aviones, y por algo de optimismo. Pero la realidad aprieta, y se van acumulando los días de esfuerzo pedestre. Gracias a la astucia femenina de Alicia encontramos de camino una estupenda tienda de productos ortopédicos (No es fácil, nos habían enviado en una farmacia a otra tienda “lejos”- No es fácil encontrar “cosas para cojos” en Berlín - ¡Y “lejos” en Berlín es muuuuuuuuuy lejos, palabra). Amabilidad berlinesa, bastones de acero al carbono-tungsteno plegables (si aguantan a los alemanes, con las tallas que usan algunos, es de esperar que me aguanten a mí, aunque esté un poco "llenito" (fuerte, como diría Obélix)). Pero: ¡Para diestros! (Y yo soy zurdo, más bien de izquierdas, ya sabéis. O diremos ambidextro, que queda más astuto tal y como pintan las cosas…). Total, que acabo eligiendo un bonito bastón todo de madera alemana sin rastro de metal, que luego en los aeropuertos están muy pejigueras. ¡Oiga! ¡Qué bastón! ¡Es el “Mercedes” de los bastones!

Antes que nada, al Museo de Pérgamo, a recoger la guía que olvidé ayer. Obviamente, estaba. ¡Esto es Alemania! ¿Qué esperabais?. Guía recuperada

Hoy toca el Museo de Historia de Alemania o la Galería Nacional. Vamos hasta el primero. Andando, claro. Pero con el superpase que tenemos no podemos pasar, que hay que pagar más y mejor, este museo es de otra “cadena”. Así que decidimos que nos gusta más la Galería Nacional, que ya la tenemos pagada, y para allá que vamos. Alicia está dispuesta a inflarse de ver pinturas, pero yo abandono mi ansia pictórica visto el espantoso calor que hace en ese museo también. Así que, tras pedir los correspondientes permisos a la Reina de Las Flores, vuelvo a atravesar el Spree (por el puente, claro) y me encamino paseando a través de los jardines de Monbijou por Oranienburger Str y Hannoverche Str hasta el “Musuem für Naturkunde”, o de Ciencias Naturales, para los amigos. Total: Pateo inmenso bajo el bochorno berlinés. Museo totalmente novecentista, en obras, como la mayoría de Berlín. Una señora alemana que no se ha enterado de que los alemanes aquí son amables me dice (varias veces, porque su alemán y el mío no coinciden) que como están en obras, los esqueletos inmensos de dinosaurios inmensos no se pueden ver. Cosa que entiendo cuando leo el panfleto en inglés, mira tú. Pero no importa: con las salas que se pueden ver, ya alucina uno bastante con el tamaño de los susodichos bichos. Cuando llego a las tropocientasmil salas de animalitos actuales, todos fielmente disecados o reproducidos, y llenas de familias con niños en plan docente-familiar-instructivo, decido que mi valencianía mediterránea no tiene por qué aguantar tanto calor germánico (¡Increíble!) y me salgo al jardín a esperar a mi amada, al fresquito, bajo una sombra de un árbol que no conozco, ni me han presentado.

Delicioso jardín, y delicioso arbolito del que me caen feroces hormigas, grandes y mordedoras, que se me meten por la espalda. Afortunadamente, llevo gorra y compenso los efectos de los animalitos con el dolor de mi rodilla. O sea, que no me muevo. A ver si las hormigas consiguen que adelgace, a bocaditos…

Alicia viene salerosa y guapísima, como siempre, por la berlinesa calle, resplandeciendo su inmensa belleza sobre monumentos de distintas etiologías. Habrá que comer, nos decimos. Y como en todas nuestras decisiones, lo que sigue es empezar a andar (¡Qué familia!). Callejeamos por el distrito de Oranienburg para encontrar un lugar apetecible, pero hay mucho comensal, aborigen y/o turistón, y acabamos al lado de la Nueva Sinagoga en el Café Orange, Oranienburg Str, donde comemos platos berlineses en la terraza (30 €). Bastante bien, bajo un sol cruel que nos tapa una mega-sombrilla, cotilleando el movimiento de la calle. Es de destacar que aquí es mucho más cara el agua mineral (5 € 0,25 l) que la cerveza (3,5 € 0,5 l). Así que imaginaros los esfuerzos que tengo que hacer para ahorrar. El vino (francés o alemán, generalmente) viene a estar a 3 ó 4 € los 0,2 cl, por lo que me niego a traicionar tan caro a mis amados Riberas del Duero y Utiel-Requenas. El camino del sacrificio pasa por la cerveza, insisto…

Terminada la comida, con un calor respetable, decidimos entrar a la “Neue Synagoge”, que obviamente nos cuesta 9,5 €. Parece un bunker: Una pareja de policía alemana en la puerta, puertas blindadas, arcos detectores, y macizos con gorrito judío y pinta de estar muy al tanto. De hecho, delante de nosotros entran dos jóvenes en plan realmente agresivo y “pasota”, intentando saltarse los controles. Rápidamente aparecen tres armarios con cara de pocos amigos y yo espero en cualquier momento asistir a un pequeño Oriente Medio. Hace falta estar muy loco para meterse en esta casa a provocar, después de la historia que tienen los judíos aquí. Al final, no sé si es que no pasa nada o es que tales provocadores han terminado lavados y planchados en la calle. El caso es que no vuelven a molestar ni a residentes ni a visitantes. Moraleja: No suele ser bueno molestar en ningún sitio, claro. En unos menos aún que en otros.

De Sinagoga nada. Te enseñan unas paredes, unas exposiciones y unas salas de reuniones. La sinagoga la plancharon en su tiempo, como casi todo en esta ciudad. Subimos a la cúpula, que desde fuera está muy bonita pero desde dentro no tiene nada que ver, más que calle y edificios continuos. Un señor muy amable, del que me compadezco por tener que soportar el tremendo calor que allí hace con chaqueta y corbata, nos da un montón de explicaciones sobre la historia del sitio. Salimos pensando que ha sido interesante, pero no hubiera pasado nada si no hubiéramos entrado… En cualquier caso, siempre es bueno aprender sobre los demás. Muchísima seguridad, como en general en toda Alemania, pero allí más.

Hace mucho calor, estamos empapados en sudor y queremos ver Berlín nocturno, así que decidimos retirarnos al hotel a ducharnos y descansar un rato. Obviamente, si estamos cansados, hace calor y estamos lejos: ¿Qué procede? ¿Eh? ¡Pues andar! Así que nos vamos “paseando” hasta la Pza Rosa Luxemburgo y aledaños, que vamos explorando. Llegamos al hotel para meternos en la lavadora, más que en la ducha.

Tras el necesario relax, volvemos a ponernos guapos (imposible superarnos, realmente) y perfumaos para irnos a cenar elegantemente, cual guiris en Berlín. Paseamos ya con más fresquito, y fina lluvia en ocasiones, por Alexander Platz y la Rathaus (que ya vimos el primer día, no vale nada por dentro) hasta Nikolai Viertel, que nos gusta para cenar. Está todo lleno, hemos hecho tarde según el horario alemán. Encontramos sitio al final de la orilla del Spree , cerca del puente de Mühlendamm. Mi rodilla necesita descanso y mi estómago comida no berlinesa, realmente. De entrada, un cervezón. ¡Qué menos! Estamos realmente a gusto, muy ambientados y disfrutamos viendo la cara de desesperados del resto de los comensales ante la increíble lentitud de los camareros / cocina del local. Normalmente, aquí son bastante tranquilos a la hora de atender las mesas. Pero esto ya es excesivo. Cuando sale un plato el personal está a punto de saltar sobre el portador. Habíamos llegado con poca hambre, pero el tiempo va pasando….

Conseguimos cenar y todo. Unos suculentos “maccheroni” a la no se qué, pero muy buenos, oiga. Cenamos tan a gusto que hasta doy propina a los superlentos (si cobraran por tiempo en las terrazas, se harían ricos). Total: 3 horas para cenar. No está mal, eh? En cualquier caso, el precio ha sido admirable: 19,40 € por cenar muy bien en Berlín, en terracita, junto al Spree y en plena zona de marcha. ¡Y sin límite de tiempo ni gente que nos agobie! ¿Qué os parece? “Ristorante la Riva”, Spreeufer 2. Igual si vais en un día que no sea Viernes tardan menos.

Queremos ver la “Gendarmen Markt” con iluminación nocturna. Así que, ¡A paseo!. Atravesamos la Schloßplatz y tiramos por la Franzosischer Str. Muy grande todo, muy bonito. Vamos solos. No hay nadie por aquí. Están todos en la Gendarmen. ¡Admirable!: Una plaza inmensa, llena de chiringuitos, y no se oye nada. La gente habla en las terrazas, incluso algunas tienen música, y no molestan a nadie, no hay ruido ambiente. Este fenómeno ya lo hemos visto en otras zonas de copas de Berlín. Crees que las calles están vacías, porque tienen muy bien poca luz, y resulta que están llenas de gente en las terrazas. ¡Igualito que en Valencia!

La plaza está preciosa. Suena al fondo un violín que están tocando en las escaleras del teatro. El ambiente es ideal. ¡Da gusto, en los países civilizados, cómo se puede combinar distracción con educación y respeto! (¿Os imagináis, valencianos, españoles todos, que eso pueda ser?)

Tras un agradable rato volvemos por Unter der Linden, viendo los monumentos iluminados. Muy bonito. Incluso hay autobuses y taxis abundantes y frecuentes (¿Os imagináis, valencianos, que eso pueda ser?). Pasamos por la Opera cuando sale la gente, terminada la representación. Gente normal, oiga, no enchaquetados ni enchufados. Aquí el ciudadano de a pie puede aspirar a ir a la ópera de vez en cuando. Y pienso que hay ciudades cuyo gobierno se preocupa en dar servicio a los ciudadanos, en vez de hacer construcciones faraónicas y carreras para ricos. Y van los transportes públicos con admirable eficiencia. Y la gente respeta a los demás porque se siente respetada. Y también pienso que esos países, que conocemos y hemos pateado (Suiza, Alemania, Holanda, Dinamarca, Noruega…) son los más democráticos, los mas cultos, los más civilizados…. Y los menos católicos (¿Eh?). ¿Será porque en ellos nadie se opone a enseñar a la gente educación cívica? No critico a los católicos, no, que en estos países hay muchos y muy convencidos. Pero analicen, analicen, qué países son y qué pasa en los países con tal denominador común tras siglos de control...

Volviendo al turismo: Tras otra respetable caminata, llegamos al hotel molidos. Es mucho el cansancio que se acumula, principalmente al ver museos, despacito y parándose. Así que a dormir y callar, como la Ratita Presumida.

A las 3 de la mañana, un muy respetable tormentazo, con gran aparato eléctrico, nos despierta. Impresionante. Paso un rato largo viendo la torre de la TV desde nuestra ventana, que está muy cerca, por si atrae algún rayo (Vicios de físico). Pero no hay suerte. Debe haber muchos pararrayos en Berlín. ¡Qué organizados están estos alemanes, que hasta las tormentas las ponen por las noches para no molestar a los turistas!

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viernes, 29 de junio de 2007

Berlín - Museo de Pérgamo, Reichtag, Tiergarten, etc.

Hoy toca ver el Museo de Pérgamo, cosa obligada cuando uno viene a Berlín. Así que nos vamos “dando un paseito” para calentar músculos, Kart Liebknecht Str para abajo.

Desde La Capilla Sixtina no veía tamaño mercadeo en el interior de un museo: Montones de grupos, tanto de viajes organizados como de colegios deambulan entre las piezas expuestas con aparente indiferencia hacia su significado, pendientes los primeros de hacerse las fotos obligadas y las otras, y pendientes los adolescentes de los colegios de hacer las más variadas tonterías, ellos y ellas, mientras los resignados profesores intentan sembrar algo de cultura en aquellas mentes saturadas de hormonas. ¿Por qué la mayor parte de adolescentes, principalmente ellas, tienen que llevar esa cara de asco? Al autismo cultural inherente a las poses de la edad se le une ahora la venda mental de los mp3, los móviles y demás recursos para escapar de la realidad que la sociedad les brinda ya desde pequeños (Y los padres, reconozcámoslo, les facilitamos de algún modo).

Entre ellos deambulan(¿mos?) impotentes quienes pretendemos enterarnos de algo. Felizmente, el pase mágico que compramos en Información nos proporciona gratis la audioguía en castellano (Está todo rotulado solamente en alemán, principalmente, y uno no lo domina hasta ese nivel) (En realidad, hasta ningún nivel). Según va transcurriendo la visita al museo, vamos acabando hartos del rollo patatero que nos suelta la guía, en un esfuerzo para alargar las explicaciones de manera tediosa y redundante. Parece más un serial sudamericano que una explicación de lo que estás viendo…. Pero al menos, hay que reconocerlo, alguna información extraes si aguantas el discurso.

Y el calor. ¡Qué calor! Hay que tener en cuenta que en Berlín (como en otras muchas ciudades del norte de Europa) no existe, o no se pone, el aire acondicionado. Al parecer, reciben los pocos días de calor que tienen con un cierto alborozo, y se sufre cantidad en los museos, por ejemplo.

Total, que muy interesante pero al cabo de la mañana acabas hasta el moño de culturas helénicas, mesopotámicas y demás. Cuando llega la megaexposición de estatuas romanas ya me siento incapaz de seguir en pie. Realmente, me importa un pimiento la diferencia entre una y otra estatua, pues en realidad, siendo detallista, te pasarías años para ver esos museos. Y tras Mérida, Roma y otras visitas, uno ya ha visto mucho romano de piedra.

Salimos agotados, cansados y empapados en sudor. ¡Y muertos de hambre! Todos los locales de alrededor en los que se pueden comer están llenos, así que paseito hasta que encontramos una pizzería en la que te puedes sentar. La cerveza, como casi siempre, es recibida con pasión y reverencia, en dosis mínimas iniciales de medio litro. Fresquita, llena y “coloca” muchísimo menos que la española, y en los bares es más barata que el agua. ¡Todo sea por la economía!

Terminado el agradable rato de mezclar cerveza, comida y cómodo asiento en la calle viendo pasar a la gente variopinta, decidimos aprovechar que es relativamente pronto para irnos a ver la cúpula del Reichtag, también de obligado cumplimiento para unos buenos guiris. Andando, claro ¡No íbamos a coger el autobús con lo cansados que estábamos, teniendo el billete ya comprado y haciendo un calor de muerte! Unter der Linden abajo….

Admirablemente, no hay mucha cola para subir a la cúpula, y además es gratis. en un plazo razonable estamos arriba. Mucha gente, y más calor aún, puesto que la cúpula hace de invernadero.

Está curiosa, la cúpula esta. Y el arquitecto (Norman foster, como sabréis) debe tener comisiones en alguna cristalería. Se puede subir por una rampa, y las vistas de Berlín valen la pena.

Casi es más interesante la cúpula por dentro que por fuera, con su sistema de espejos que reflejan la luz del sol hasta los parlamentarios, que se pueden ver abajo cuando se reúnen en sesión. Con un sistema también de visera-seguidora del Sol para que no se deslumbren. Muy bien pensado todo, oiga.


Como el calor y la gente ya se incrementan demasiado, abandonamos la cúpula y por los jardines del Tiergarten nos vamos al monumento a los soldados rusos caídos en la batalla de Berlín (concretamente aquí en la toma del Reichtag) que está cerca, en el Tiergarten.

Una foto con un T34 auténtico es algo muy preciado para un pirado de la historia militar, impresionante en el caso de Berlín, claro.

Me doy cuenta de que he perdido la guía de Alemania que llevaba. En el Museo de Pérgamo, seguro. Pero ya es tarde para volver, estará cerrado. Y esto es Alemania, o sea, que la guía estará allí mañana.

Por si acaso, y para documentar la tarde, volvemos a la Puerta de Brandenburgo y compramos otra guía, esta específica de Berlín. Concretamente, la “Berlin y Postdam”, de Schoning-Verlag. Como interesante aporta principalmente la información sobre los medios de transporte, y los itinerarios. El lenguaje es demasiado familiar, más que una guía parece una revista para marujos/as. ¡Y la traducción al castellano es bochornosa! Al leerla, uno pasa del total cachondeo a la indignación más total. ¿No habrá nadie en Alemania que sepa castellano bien? Porque esto lo han traducido con ordenador, y tiene auténticas flores, impropias de una editorial seria. No os la compréis, a menos que queráis sufrir o guardar este ejemplo de traducción nefasta.

Seguimos paseando por Eberstrasse hasta el memorial del Holocausto, ese del mogollón de bloques de granito. Curiosos estos arquitectos.

De ahí a la Postdammer Platz no hay más que otro paseo (tamaño berlinés, claro). No me gustó nada. Demasiada torre acristalada, demasiado impersonal. Una especie de Avenida de Francia a lo bestia, sin ninguna diferencia con otras ciudades.
Seguimos la ruta del antiguo muro (andando, claro) hasta llegar al Checkpoint Charlie. Otra paletada, donde todo el mundo va a hacerse fotos. No deja de tener su punto de curiosidad. A mi me hizo gracia eso de poder abandonar el sector americano, cosa que cada vez vamos teniendo más difícil los occidentales. Claro, que si era para entrar en el soviético, pues había que pensárselo….

Rebeladas ya inteligentemente ante tan largos paseos tanto mi amadísima y venerada Alicia como mis articulaciones, cogemos en Leipziger Str el autobús hasta Alexander Platz, donde astutamente bajamos frente a la Marienkirche para cenar adecuadamente a la alemana en un acogedor Biergarten. Mañana más.



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miércoles, 27 de junio de 2007

Berlín - Reconocimiento inicial

Salimos ayer para Berlín, con Air-Berlín, claro. (Mantenimiento y organización alemanes, escala en Palma de Mallorca). Vuelo sin problemas, con los despistes propios de cualquier aeropuerto español en Palma: Cambios de puertas, retrasos, etc.
Llegamos a Berlín-Tegel a las 22:30. Taxi al hotel. Mucha distancia, 20 €. Hay autobús también, pero como llegamos de paletos y con las maletas, y ya es tarde para los alemanes, un lujo es un lujo, y barato. El hotel es el Ibis Mitte, en Prenzlauer Alee, cerca de Alexander Platz, nudo de comunicaciones. Sitio estupendo. Nos encantan los Ibis por su relación calidad-precio. Este es un hotel tranquilo en un sitio adecuado, a un precio adecuado también. Habitación en el 7º piso, vistas estupendas.

Nos habían recomendado el Park-Inn, pero no tenían plaza para el rango de días que queríamos. Además, luego nos pareció demasiado grande, demasiado concurrido (Muchos autobuses llenos de españoles y turistas en general). Nosotros somos ibiseros desde hace mucho tiempo y así cumplíamos el objetivo inicial del viaje: convivir al máximo posible con la vida normal de los alemanes, ya que el Ibis es más de negocios y profesionales. Mucho currante y menos turistas.

Desde el hotel nos recomiendan zenar en Kollwitz Platz. Zona de chiringuitos y gente jóven. LLena, pero sin ruidos (Al loro: Esto es un país civilizado, la gente se divierte pero procura no molestar). Lamentablemente, dadas las horas, dan solamente copas, así que bocata queso y cerveza alemana en el hotel y mañana será otro día.

El otro día que es mañana:

Hoy toca pateo por Berlín, reconocimiento inicial. Cual buenos guiris recorremos Unter der Linden y compramos en Información las tarjetas de transporte para toda una semana. Esto es realmente recomendable, dado que las dimensiones de Berlín son absolutamente inabarcables andando y que el transporte público es muy bueno.

También compramos las tarjetas de entrada a los museos por tres días. Craso error. No sale nada rentable. En primer lugar, no todos los museos están incluidos, y en segundo lugar, en tres días no tienes tiempo de ver todos los museos incluídos, obviamente. Además, al tercero estás agotado, y te da muy igual lo que estás viendo. Así que no recomiendo para nada esto. Vale la pena elegir el museo, pagar y verlo con calma, y luego dejarte tiempo para descansar hasta el próximo, para no coger una “Mueseitis”.

Comemos en Nicokai Viertel, barrio antiguo reconstruido junto al Spree: “Brauhaus Georgbraeu”. Muy bien, oiga. Típical guiri berlines, con mucha cerveza, Rindergoulasch y Schnitzel. Más barato que en España, seguro (35,40 € en terraza, dos personas). Hay muchos aborígenes también, lo cual demuestra que no hemos elegido mal el sitio. Recomendamos el barrio por su ambiente, especialmente por la noche. Muy turístico.

Terminada la comida, ante nuestro nivel de agotamiento y calor, nos subimos al barquito que da paseos por el Spree: 9 €/persona. Timo gordo: Te anuncian una hora, que en realidad es media porque la otra media es para volver. Pero no está mal la vista, y al menos descansas. Desde el barco se ve a la gente en las “playas” del Spree tomando el Sol…. No nos extraña que cuando lleguen a Denia o a Jávea se queden flipados, porque si eso son playas…

Luego, ante la continuación del calor y del cansancio, cogimos el autobús 100, que hace un recorrido más o menos turístico. Ahí vas apreciando lo inmensa que es esta ciudad. Recomendable. Bajamos en Zoologischer Garten y vemos la Kaiser Wilhem Gedächtniskirche, corazón del antiguo Berlín occidental. Interesante la nueva capilla octogonal. Pateamos la Kurfürstendamm, mezcla de C/ Colón y Diagonal a lo bestia: Boutiques de lujo, mucha gente, muy grande todo. Nada diferente de otras ciudades. Capitalismo puro.

Estamos ya agotados. volvemos al hotel con el autobús 100 de nuevo. Bajamos en Alexander Platz y cenamos en el Biergarten del hotel Park Inn. Muy bien, oiga, tipico berlines: Gente muy amable, mucha cerveza muy, muy buena, brackwurst y todo eso. 12 €, palabra.

El día ha sido agotador, pero tenemos una idea de Berlin y de que nuestra costumbre de patear las ciudades rayando el mapa aquí es inalcanzable, así que nos plantearemos las cosas con calma.

1ª conclusión: Berlín es una ciudad muy acogedora, los berlineses son muy amables y los precios son menores que en Denia, desde luego. No pinta mal la cosa…

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