Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.


martes, 28 de julio de 2015

Música recomendada: Javier Bori

Javier es un amigo de esos que la vida te devuelve después de muchos años de haber perdido el contacto. Esa es una de las satisfacciones de llegar a determinada edad, que puedes y a veces consigues reencontrarte con gente con la que has congeniado en un momento de tu vida y que luego, por la evolución de la misma, has ido perdiendo.

Tengo la suerte extraordinaria de  ir viviendo esos fenómenos: Amigos con los que te reencuentras y parece que no ha pasado ni un día, sigues comunicándote como siempre. Desde profesores de Físicas que lo siguen siendo en todos los otros aspectos, y además escriben novelas muy interesantes a apasionados de la música, como en este caso Javier, que va y resulta que en este tiempo ha hecho un CD, Siete suspiros, y va y te lo regala. ¡Qué regalo!. comparable a los libros de Mario

La música de Javier es cercana, como él. Javier no nos canta, se evade con su música y nos lleva con él en un paseo en el que quisiéramos estar en un sitio romántico con una buena pareja a la que contar intimidades. Javier nos regala momentos de paz, y eso es mucho.

En youtube podéis encontrarle en varios vídeos:

Su huellaCanción de cuna para mi abuelaDupla traição (le gusta ponerse brasileño) , etc.
Pero sin duda la que más me gusta es Barulho. Os dejo con ella.

Aunque, la verdad, me gusta casi lo mismo este:

lunes, 20 de julio de 2015

Música recomendada: Joan Cererols i Fornells

Es un autor bastante desconocido, sobre todo para aquellos que no frecuentan la música religiosa, pues su vida en la Escolanía de Montserrat y luego como monje le tienen bastante encauzado. Juan Cererols Fornells es un autor recomendable por la espiritualidad y la inducción a la meditación que caracterizan sus composiciones.

Como siempre, acudimos al genial Jordi Savall para encontrar, entre sus obras, una magnífica interpretación de esta Missa-Pro-Defunctis, que aún siendo una misa de difuntos en ningún modo es triste, sino que invita al recogimiento. Ideal para una tarde de relax o para acompañar algún trabajo que requiera concentración.

Podéis escucharla también aquí en Youtube.

También es muy interesante el género de las "Misas de Batalla", y aquí tenemos también un ejemplo que fue apoyado ni más ni menos que por Carlos III, como podeis comprobar en este enlace.

Podéis escuchar también en Youtube esta misa aquí.

Espero que os guste y os haya sido útil esta información.

Buenas noches y a disfrutar con los nuevos gobiernos cambiados. para el central, paciencia y trabajo. Todo llega.

lunes, 6 de julio de 2015

HAY OTRA INFORMÁTICA

Vivimos en un país en el que durante demasiados años ha predominado el “Cojoproyectismo”. Es decir: Proyectos grandes, de mucho dinero, que se pudieran sacar en la tele e inaugurar, y que dieran a sus promotores mucho dinero, o glorias, o votos.

Esto ha afectado también, cómo no, a la informática. Han sido los macroproyectos (Cojoproyectos en el argot interno, que viene de cuando aquellos políticos triunfantes se decían: “Vamos a hacer un proyecto acojonante”, y nos dejaba acongojados a todos aquellos sobre los que iba a recaer el marrón, que no las fiestas ni las medallas, ni mucho menos el dinero).

No vamos a decir que algunos de esos cojoproyectos no fueran necesarios, ni mucho menos que todos los que en ellos participaban fueran unos cantamañanas y unos “subealcarros”. Ha habido gente muy buena que se ha dejado la piel en cosas muy interesantes, de cuyo resultado muchos se están beneficiando ahora. Otra cosa han sido las formas y los costes, y el hecho de que - naturaleza humana - algunos de quienes desde los centros los criticaban ferozmente, al llegar a los ascensores de la Conselleria se transformaban y se deshacían en elogios y parabienes. ¡Lo que se hace por mantener un cargo!

Pero generalizar siempre es malo, y habría que entrar al detalle para comprobar si, en algunos casos, hubiera sido más rentable otro procedimiento y si se escogió el mejor camino. Personalmente, claro, defiendo siempre a los técnicos que no hacían más que cumplir consignas, y cuya voz tantas veces se anegó en personalismos, partidismos, triunfalismos y demás *ismos. Ahora, lo que hay que hacer es intentar aprovechar lo que se ha hecho, mejorar lo mejorable y encauzar todo el conocimiento que hay en ellos para el mejor servicio a los ciudadanos.

Pero al igual que en Medicina no todos son cirujanos-figura-mediáticos, sino que hay una amplia red de profesionales que, afortunadamente, velan por nuestra salud de forma diaria y callada, en Informática todos esos cojoproyectos no hubieran podido ponerse en marcha si no hubiera existido un background de informáticos, telecomunicaciones e instalaciones que han permitido que tales aplicaciones lleguen a funcionar en los diferentes puestos de trabajo. El cojoproyecto se lanza una vez, se paga mucho durante un tiempo y se lleva varias veces a distintos congresos donde se ponen las medallas los que no han trabajado en ellos. Pero tras el día a día hay mucho esfuerzo, muchos profesionales y  mucho trabajo, para conseguir que el usuario final se beneficie de ellos.

Y en el caso de la Administración, el usuario final es el ciudadano, que percibe la informática – como debe ser – como un instrumento de trabajo que facilita la labor del funcionario que le atiende. Cuando ese instrumento falla, y ve que el servidor de lo público (administrativo, facultativo, etc.) se queda sin herramienta, este ciudadano percibe que aquellos que le vendieron el cojoproyecto le han engañado.

Hay que hacer una lectura tremendamente real y práctica: Hay que mantener, día a día, la maquinaria en marcha. No se puede privar a los trabajadores, sea cual sea su nivel, de una herramienta necesaria de trabajo. Y cada cual percibe, desde cerca, qué le falla y cuando le falla. Es muy importante la cercanía, el acompañamiento sereno para aquellos que no dominan una herramienta y que se encuentran indefensos ante situaciones que no conocen.

Cuando empezaba todo, y como “informático-fundador” de la casa era conocido y consultado, siempre advertí que una cosa era probar esas maravillosas cojo-aplicaciones en un buen ordenador en la Consellería, con pocos pacientes de prueba y un tubo gordo de comunicaciones que utilizarlo en un centro de salud, con una máquina limitada, unas comunicaciones ajustadas y un montón de pacientes esperando. Opté por el “autoexilio”, mientras se embarcaban triunfadores y firmadores que aseguraban que todo aquello era viable técnicamente. El tiempo ha puesto la razón en su sitio, y hasta que no ha habido una infraestructura suficiente tanto de comunicaciones como de hardware, las cosas no han funcionado como toca. Los errores, en este caso, se han pagado con dinero de los ciudadanos y con muchas horas de estrés y de trabajo de los técnicos. Las medallas siguen en el pecho de quienes se las pusieron antes de hora.

De la misma forma que tenemos AVE a un montón de sitios, y por la que se invierte más tiempo e ir de Valencia a Bocairent que de Valencia a Madrid, por ejemplo, se han invertido sin problemas muchos fondos en tales cojoproyectos, pero en la informática del día a día no solamente se han escatimado fondos, sino plantillas, recursos y atenciones: Hay una amplísima red de trabajadores que utilizan día a día los ordenadores, y que ven natural que al arrancar estén disponibles los servidores, y que todo funcione armónicamente. Pero esto, que lleva detrás un trabajo denso y continuo, no se inaugura, ni aparece en las revistas, ni se lleva a los congresos. Quizás el problema esté en la relación esfuerzo-autobombo.

Esto no es fácil, ni funciona solo. Es comparable a quienes viajan plácidamente en un trasatlántico: Solamente se acuerdan de quienes están en las máquinas currando al calor de las calderas, sin ver el sol, cuando las máquinas fallan. Pero mientras tanto, el sol y la brisa marina son para los de cubierta. Por otra parte, también desde dentro de la profesión informática, para muchos ha sido mucho más atractivo pasar a ser “project-managers” que currantes del día a día. (Hay que ver en Linkedin, por ejemplo, la cantidad de honores que se pone la gente, algunos/as con muy benevolente imaginación) Cuando gestionas proyectos, llevas chaqueta y corbata y en función del presupuesto que manejas las empresas te quieren más o menos. Y puedes ir a los congresos y vender la moto que has comprado con el dinero de los ciudadanos y que están haciendo otros a través de una empresa que te cobra una cantidad inmensa por sus intermediaciones (director de proyecto, arquitecto de sistemas, ingeniero de sistemas, señor que mira, apuntador, etc. Total, que el que realmente curra se lleva un sueldo de miseria mientras la pasta se reparte en forma piramidal-inversa.)

No voy a decir que los grandes proyectos son malos, ni que lo sean sus participantes, entre los cuales hay grandes profesionales, amigos y compañeros, y empresas muy respetables. Pero sí que digo que hay que invertir más en las infraestructuras “de cercanías”. No vale eso de hacer para los usuarios cursos “de iniciación” y “avanzados” en los que se les explica cosas genéricas, y no cómo funciona su centro de trabajo, y luego ponerles frente a un tinglado mucho más complejo que el ordenador de casa. Hay que formar a la gente en el uso de las herramientas de red, de SU red. Hay que acostumbrar a los usuarios al uso de la red corporativa, de los portales colaborativos, de las nuevas tecnologías. Hay que conseguir poner en marcha los “grupos de mejora” ahora que – esperemos – ningún/a alto cargo salvaje nos lo prohíbe mientras dice eso de que “no hay que enseñar a los funcionarios, que luego nos ocultan información”. Hay que poner en marcha la Administración electrónica, de verdad, en cada puesto de trabajo. En definitiva, hay que aprovechar y enseñar a los trabajadores a aprovechar las herramientas que tenemos, para optimizar trabajos y para mejorar la administración. Y eso no se consigue contratando servicios de atención telefónica, ni empresas intermediarias: Eso se consigue consolidando una plantilla de informáticos con poca necesidad de aparentar y muchas ganas de trabajar (que los hay) que conozcan bien la casa, sus interacciones y la particularidad de cada uno de sus servicios y usuarios. Solamente así optimizaremos nuestro entorno y crearemos unas buenas pistas de despegue para que aquellos que quieren mantener, resucitar o replantear los grandes proyectos tengan donde ponerlos y que además funcionen.

La Informática, ya, es una infraestructura básica. Y si queremos construir una Administración moderna y eficiente que realmente sirva al ciudadano, tenemos que dotar a sus trabajadores de una herramienta eficiente y fiable. Ha pasado el tiempo de los escaparates y de los decorados. Tenemos que construir el futuro y para el futuro.

A mis compañeros de las trincheras

sábado, 4 de julio de 2015

EL CHALET DE LA CAÑADA

Va a hacer siete años que fui la úlima vez. Mi amigo Moncho lo había alquilado cuando ya estaba enfermo y volvía a vivir solo. Pero no lo estaba, porque éramos muchos los que queríamos acompañarle.

Ya he contado esto en esta entrada, dedicada a Moncho. Ahora quiero hablaros del chalet. Me impresionó nada más entrar, porque el chalet que había alquilado Moncho para vivir era el mismo en el que yo había pasado todo un verano con mi familia en 1960. Cuarenta y ocho años despues identifiqué desde aquel momento la verja, el jardin cuadriculado, la higuera a la derecha de la entrada, el porche, las habitaciones, la pequeña balsa donde yo, con ocho años, me refrescaba. La habitación donde dormíamos mi hermana y yo, con ventana al porche y a la derecha de la entrada era la que ahora ocupaba Moncho. Y yo dormí, para acompañarle, en la que correspondió en su momento a mi abuela.

Es impresionante como una casa, unas paredes, te pueden hacer volver tantos años atras. Al lado, donde ahora hay una horripilante finca de tres pisos, estaba el chalet de mi amigo Evaristin. Me daba mucha envidia, porque tenía dos hermanos mayores que le surtían de soldados de goma, de aquellos de "El puente sobre el río Kway", ingleses y japoneses. Y le hacían maquetas con montañas de corcho de las de los belenes, trincheras, campos de concentración, etc.

Yo hacía méritos toda la semana para que mi madre, los domingos, me comprara un soldadito en el kiosko de la estación. Valían 5 pesetas, y no estaba la cosa para muchos. Así que yo los valoraba especialmente.

Nos agenciamos un carro de bebes de madera, de esos con ruedas enormes que ahora serían materia de anticuarios, y nos dejábamos caer por la calle 6 (entonces sin asfaltar, claro) hasta que acabábamos contra algún pino. Afortunadamente, había pocos coches. Los niños de ahora tendrían muy dificil disfrutar de esa manera.

Se nos apuntaba algún niño cargante de los chalets "de ricos". Recuerdo a uno que venía a jugar a "mi" chalet acompañado por su "chacha" (ahora se diría "cuidadora"). Traía siempe un montón de flamantes soldaditos con los que él y su "chacha" nos hacían sufrir las afrentas del capitalismo, y yo ya empecé a sentir la lucha de clases personalizada en niños capullos. Curiosamente, algunos de aquellos soldaditos "se perdieron" por entre los conductos que el chalet tenía para que el agua de la balsa regara el jardin anterior. Ello hizo que el niño bien y la chacha se indignaran y no volvieran a jugar con nosotros, lo cual sentimos mucho menos que el hecho de que no pudieramos volver a recuperar  los soldaditos de los conductos. Pensé, cuando ya volví con Moncho, en buscarlos. Pero me hubiera impactado mucho haberlos encontrado tantos años despues, realmente,.

Otro día quise ser héroe. Frente al chalet había un solar totalmente cubierto de maleza, y con una alambrada muy alta. Desde fuera, oí los lamentos de un gatito que estaba allí perdido, así que, pinchazo de alambre espinoso oxidado tras pinchazo escalé la alambrada, me pinché todo lo que pude con la maleza y cogí amorosamente  al gatito convencido de que me estaba ganando el cielo. Pero cuando, de salida, volvía a estar a caballo de la alambrada, en ese momento álgido, el gato comenzó a arañarme salvajemente el brazo y, cuando ya stábamos los dos bastante cubiertos de sangre, me saltó a la cara y salvé el ojo de milagro.  Hecho esto, saltó a la calle y se fue tan campante sin agradecerme nada de nada, ni siquiera enviarme un coro de guaspas chicas que recogierna mis despojos. Así que acabé mi heroicidad con una bronca de mi madre  mientras curaba mis heridas (entonces las madres te abroncaban cuando volvías a casa hecho un cristo, porque entendían que habías hecho una trastada) y una profunda "simpatía" hacia los gatos que me hace aborrecer harta los Powerpoints y los videos cursis esos que nos invaden.

En la calle 12 había una piscina, con terraza de cine de verano, además. Y nos parecía una maravilla. Mi hermana, mayor, disfrutaba allí de las peñas de chicos y chicas. Recuerdo el fondo musical con El Duo Dinámico, Bruno Lomas, etc. Y su trampolín, con palanca de tres alturas, donde mi padre , gran aficionado a la natación, nos enseñó a tirarnos y nos hacía atravesar piscinas incansablemente. Estas cosas nunca se agradecen bastante, cuando de mayor te das cuenta de lo importante que es saber nadar y perder el miedo al agua.

Fue nuestro único verano en La Cañada hasta que volvimos a vivir allí en 1981. Despues, en 1961, descubrimos El Faro deCullera, al que se accedía por una carretera sin asfaltar y donde había cuatro casas en aquella época. Pero eso os lo contaré otro día.

Buenas noches.