Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.


lunes, 30 de enero de 2017

Artes Marciales y envejecimiento.

Contesto al enlace dedicado por un excelente compañero y, como se alarga, pues lo pongo en este blog, que para eso está. Así se puede leer mejor.

Entiendo que cualquier ejercicio físico ayuda a combatir el envejecimiento, pero un arte marcial, y en este caso el kárate, trabajan en la precisión, coordinación y concentración de los movimientos. Y eso es lo que se supone que vamos perdiendo. Por lo tanto, cuanto más lo trabajemos, mejor.

Pero hay que ir más allá del kárate (u otro arte marcial similar) como ejercicio físico: El acercamiento al budismo zen, o al taoísmo en el caso del tai-chi, o a cualquier otra filosofía oriental tan ajenas en principio a lo que se nos enseña y se consume en la sociedad capitalista, proporcionan una visión especial tanto de la vida como de nuestra función dentro de ella, y digo función, puesto que interactuamos con ella por algo y para algo. Aquí, realmente, he visto que la Física y el Taoísmo nos están diciendo lo mismo con diferentes lenguajes. Otro hilo interesante que desarrollar en otra entrada.

Durante muchos años, y con una huella indeleble, he tenido ocasión de practicar kárate (primero Kyokushinkai, luego ya Shotokan), Aikido, Kung-Fu y Tai-chi. He obtenido de ellos el absoluto y total orgullo de haber formado parte del Tatami Universitario de Valencia, desde aquel año 69 en el que entré en los locales "provisionales" (con la provisionalidad eterna de las cosas en España) de Blasco Ibañez, facultad de Ciencias entonces. Y el tesoro insuperable de una selección de extraordinarios amigos, algunos de los cuales hoy son ya grandes y venerables maestros de las Artes Marciales y otros, simplemente, somos mayores e intentamos ser venerables, que ya es un mérito también. Y seguimos peleando por mantener ese espíritu que tanto nos ha dado, y que esperamos saber y poder transmitir.

El Karate es un Arte Marcial, igual que cualquier otra de las disciplinas que he mencionado y que otras que me dejo, que son similares o derivadas. No es un deporte de contacto, aunque aquí se ha occidentalizado demasiado en algunas de sus modalidades. Y como Arte, implica que solamente desde su práctica constante, y desde la humildad más absoluta, puedes llegar a pensar que en algún momento vas a hacer las cosas como toca. Y como marcial, aprendes rápidamente que hay que controlar la violencia, y que solamente a través de su control llegaremos a encaminar el combate para obtener los menores daños para ti y para tu atacante. Y esto, creedme, sirve para toda la vida, no solamente en los tatamis, sino en la vida personal y profesional. 
En realidad, lo extraordinario de cualquier Arte Marcial es que es la búsqueda de la armonía a través de su defensa y de su utilización. Y para esto, el paradigma es el Aikido, aunque no hay que perder de vista el Tai chi, que a través de su aparente suavidad encierra un arte marcial efectivo y contundente. Pero claro, para que todo esto dé sus frutos hay que entrenar, entrenar y trabajar mucho. Con eso también se aprende, y por eso siempre he aconsejado la práctica de un Arte Marcial para los niños. ¿Cual? Uno cuyo profesor sepa imbuir los auténticos valores del Budo y, desde luego, no sea un macarra ganacopas, que también los hay.

Lamentablemente, hay periodos para todo en esta vida, y mis tres prótesis (tranquilos, ninguna es por culpa de las Artes Marciales en principio. También hay gente que se lesiona con la bicicleta, o con el fútbol.) me aconsejan no practicar kárate ni nada parecido, aunque os aseguro que ponerme un karategui y asistir a las clases de algunos de mis amigos y maestros me produciría tal orgasmo que lloraría como un bebé por la emoción. Pero me queda el Tai Chi, que en cuanto pueda volveré a practicar con mis también amigos y maestros de Tantien, si es que readmiten a un roto informal como yo.

Igual que digo que una cosa es estudiar física y la otra es ser físico, lo primero es una coyuntura y lo otro una esencia, una actitud, una cosa es practicar Artes Marciales durante un tiempo y otra quedarse "colgado", y pasar a ser karateka para siempre, que no es más que la actitud de respeto hacia unos valores, el convencimiento de que hay que trabajar y aprender siempre para superarse, sea cual sea el nivel que tengas, y la seguridad de que no te vas a rendir nunca, por mal que estés, porque la lucha principal es contra uno mismo y ahí dentro de nosotros está nuestra fuerza.

Gracias, Pepe, por considerarme un karateka.

jueves, 5 de enero de 2017

LA NUEVA MADURESCENCIA.

Buenas noches a todos.
He recibido esto por WhatsApp. No sé quien es el autor, pues me viene rebotado. Pero me parece muy bueno.

"Este nuevo grupo humano que hoy ronda los cincuenta, sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria.

LA NUEVA MADURESCENCIA.

SI miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene entre cincuenta y setenta años:
A este grupo pertenecen una generación que ha echado fuera del idioma la palabra "envejecer", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de hacerlo.

Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los cincuenta, sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria.

Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso. Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres habían sido educadas a obedecer y ahora pueden ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado en ocupar.

Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, algunas estudiaron una carrera universitaria junto con la de sus hijos, otras eligieron tener hijos a temprana edad, fueron periodistas, atletas o crearon su propio "YO, S.A.". Este tipo de mujeres nacidas en los 50s o 60s. no son ni por equivocación las clásicas "suegras" que quieren que los hij/as les estén llamando todos los días, porque ellas tienen su propia vida y ya no viven a través de la vida de los hijos. Su camino no ha sido fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.

Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "cincuenta, sesenta o setenta"", hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias.

Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo… y a otra cosa.

La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo…

Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.

Hoy la gente de 50 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 50, 60 y 70 de hoy celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia vida, no con la de los demás. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI."

Y yo añadiría una cosa:

Conservamos el convencimiento de nuestros valores, porque nos los tuvimos que ganar rompiendo con muchas cosas. Y nos duele especialmente que se pierdan inconscientemente por parte de aquellos que se han encontrado muchas cadenas ya rotas y que se dejan arrebatar libertades y derechos que les costará mucho recuperar.

Nosotros estamos orgullosos de haber peleado por avanzar.